De modo que su regreso triunfante en el Mundial de 2002, donde sus goles impulsaron a Brasil hacia la victoria, es una de las historias más emotivas de este deporte. Con elegancia, inteligencia y estilo, fue conductor de las líneas detrás de los centrales, con poderosas carreras largas y pases que destilaban clase pura. Dos veces cayó en agonía delante de todos y muchos creyeron que nunca más iba a poder volver a jugar en el primer nivel.