Es una persona tímida y carismática que aprecia mucho a sus admiradores. La edición de 1950 fue, por lo tanto, la única de la historia en la que no se celebró una final, si bien el Uruguay contra Brasil de la última jornada terminó siendo el partido decisivo. En un emocionante partido que se resolvió en el quinto set por 10-8 y que duró más de cinco horas, alargándose durante dos días, el serbio derrotó a Nadal para acceder a la final del torneo.