Llegarían a las semifinales donde Checoslovaquia vencería por 3-1 en un partido muy ajustado. Su fútbol provino de las calles de Marsella, donde se forjó su exquisito primer toque. El último encuentro de su carrera será recordado por siempre, debido a su tarjeta roja en la final del Mundial 2006 cuando le propinó un cabezazo a Marco Materazzi. Sus actuaciones con la Juventus también demostraron que podía lograr lo imposible, jugando en el extranjero en la que era en su momento la mejor liga del mundo.